Howard C. Marmon, presidente de la Nordyke & Marmon Company estaba seguro. Tenía el auto ganador de la recién anunciada Indy 500: el Marmon Wasp (por su parecido con una abeja, ya que era amarillo y negro y la cola se estrechaba hasta terminar en una punta que semejaba un aguijón). Y estaba seguro también de tener al piloto adecuado, Ray Harroun, el hombre que había diseñado aquel auto y que en 1910 había ganado el llamado Campeonato Nacional de la AAA.
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Pero Harroun (29) tenía otras ideas. Había anunciado su retiro de las competencias y no estaba interesado en regresar.
Marmon, que debía ser un tipo de esos que no aceptan un no por respuesta insistió hasta que Harroun le dijo que si, siempre y cuando le consiguieran al mejor de los llamados “relief drivers”, corredores que en aquellos eventos de resistencia se ponían al volante por algunas vueltas para que el piloto principal descansara un poco.
Así es como entró Cyrus Patschke en esta historia. Tenía apenas 23 años de edad pero su fama lo precedía. Era el mejor de los “relief drivers” de su época, experto en carreras de resistencia, especialista en eventos de 24 horas. Era el hombre que necesitaban.
El Marmon Wasp era considerado un auto liviano. Pesaba sólo 2.865 libras. Había sido diseñado para un solo pasajero –el piloto- y no para llevar a bordo un mecánico, algo común en la época. ¡El auto era toda una novedad!
Durante las prácticas Harroun descubrió que su auto no era el más rápido en pista pero notó que si mantenían una velocidad constante de 75 mph los neumáticos durarían más que los de la competencia. Eso era clave para lograr la victoria.
Dispuestos a aprovechar cualquier ventaja Harroun y Patschke acordaron que esa debía ser la velocidad en carrera. Harroun haría las primeras 150 millas, Patschke lo reemplazaría al volante y le devolvería el auto para que cerrara la jornada.
La parrilla de arrancada de aquella primera Indy 500 fue establecida siguiendo el orden de inscripción, con lo que a Harroun y su Wasp les tocó salir desde la posición 28 entre los 40 que compitieron.
La carrera arrancó y 30 vueltas después Harroun estaba en quinto lugar. Mientras otros paraban a cambiar neumáticos, el Wasp avanzaba hasta colarse en la segunda posición, justo detrás del FIAT conducido por David Bruce-Brown.
Patschke observaba desde los pits. Sabía que a la velocidad acordada nunca alcanzarían al FIAT. Nunca podrían pelear por la punta.
Harroun entró a pits y le dio el auto a Patschke. Según cuenta la historia Harroun le recordó que debía mantener una velocidad y un ritmo estables. Y según también cuenta la historia, Cyrus lo miró y le aseguró que le devolvería el auto en el primer lugar.
Volvió salió a pista en quinta posición y con una vuelta menos. La “abeja” sonaba distinto. Volaba a mayor velocidad. Pronto estuvo en segundo lugar presionando a Bruce-Brown.
Bruce-Brown aceleró. Patschke mantuvo la presión. Un neumático del FIAT cedió, Patschke recuperó la vuelta perdida y antes de que el FIAT tuviera cuatro llantas nuevas, ¡la abeja había pasado al primer lugar! Patschke regresó a pits 35 vueltas después y entregó el auto a Harroun.
Y es en ese punto que comienzan los problemas de esta historia.
Bruce-Brown estaba perdiendo posiciones debido a un problema con el encendido y Harroun peleaba con Ralph Mulford (Lozier) hasta que aparentemente el Wasp se vio forzado a entrar en pits para un cambio de neumáticos. Mientras tanto hubo un accidente que involucró a cuatro autos dos de los cuales fueron a parar al área donde estaba ubicado el cronometraje. Según dicen –y no es difícil imaginarlo- las mesas de cronometraje quedaron desiertas por un rato.
Según algunos reportes cuando ondeó la bandera que anunciaba la última vuelta (era verde en aquellos días), se la enseñaron primero a Mulford, luego a Bruce-Brown y en tercer lugar, a Harroun.
Mulford dio tres vueltas adicionales –algo que entonces era usual, solo para asegurase de haber cubierto la distancia total de carrera- y mientras tanto, Harroun aparentemente se fue a pits donde fue recibido por los organizadores y proclamado como ganador.
Por supuesto, Mulford y su equipo protestaron el resultado, pero Harroun fue declarado vencedor de la primera Indy 500 y reconocido como un perfecto estratega. Los resultados de la carrera son discutidos hasta el día de hoy.
Y en todo caso, si Harroun realmente ganó la primera Indy 500, lo hizo en parte gracias a Cyrus Patschke, un nombre olvidado por la historia. Fue él quien manejó sobre el límite y quien llevó al Wasp al primer lugar.
Aunque los “relief drivers” fueron parte de la Indy 500 hasta los ‘50, pocos llevaron autos a los primeros 10 lugares y los otros dos que lo hicieron, Joe Boyer (1924) y Mauri Rose (1941), recibieron el crédito de una victoria compartida con Lora Corum y Floyd Davis, respectivamente.
Patschke ganó luego otros eventos pero nunca regresó a la Indy 500. Volvió a Pensilvania, donde abrió una agencia de venta de autos y llevó una vida tranquila hasta su muerte, en 1951, sin haber recibido nunca el crédito que tanto merecía.
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